Teníamos la facilidad dulce de copular,
la necesidad violenta de amar,
el deseo constante de vacilarle a la puta
vida arrogantes sin importarnos sus
amenazas.
Orinar desafiantes en la mortaja de la
costumbre y mandarlo todo a la mierda
en los banquetes insolentes de nuestra
juventud.
Cualquier propósito justificaría el medio
para saciar nuestros apetitos
de diferentes formas,
con diferentes hábitos,
provocativas ideologías,
delirantes frases hechas,
adicciones seductoras,
suficientes excusas para
poner a prueba nuestra creída mortalidad.
miércoles, 11 de febrero de 2009
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7 comentarios:
Se tenía todo eso... y ahora? Queda picando la pregunta...
Toda esa fuerza para mandar todo a la mierda... Qué bien lo dijiste, Emilio.
Un abrazo.
Pasar por tu casa era algo que tenía pendiente desde hace días, y ya sabía yo que no podía alargarlo más... Salut!
Marian
Sí, teníamos eso, y algunas cosas más.
Ahora sólo nos queda el ácido sabor de la dispépsia.
Mil abrazos.
Por cierto, tu foto queda genial.
eso es lo que nos proporciona la puta vida...un saco de hostilidades que dan descomposicion...un abrazo fuerte hermano
Y ahora que nos queda ...
Precioso poema de como vamos cambiando esa inmortalidad.
Abrazos
Clarisa
que bueno que eres cabronazo, como me ha gustado este.
Un abrazo, que me dejas sin palabras.
Joan
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