sábado, 6 de diciembre de 2008

PEQUEÑOS DELITOS

Los impostores se proclamaron caballeros
defendiendo sus ordalías.
Sentenciaron su estilo, dijeron que era
un traidor a las nobles costumbres,
pero tan solo se trataba de un hombre
que rechazaba la tiranía y admiraba cualquier
forma de belleza desde una distancia
comprensiva sin alistarse a ninguna
disciplina redentora.
No encontraron pruebas de que fuera un desertor,
solo algunos pequeños vicios esporádicos
de fin de semana, algunas viejas equivocaciones
ordenadas, una habitación empapelada de preguntas
sin respuesta, cortos poemas sobre frenéticos amantes
en la dulce clemencia recibiendo ordenes que creyeron
sagradas, unos cuantos borradores
y teorías sobre la creación y sus parásitos.

Pequeños delitos suficientes para su crucifixión.

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